MARTES – 07/05/13
Reflexión
Juan 16:5-11
«La misión del Espíritu Santo»

Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: «¿A dónde vas?». Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado.
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Mira te voy a enviar a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.» Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los pecados. Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán.
Este fin de semana pasado asistí a un bautizo, el cual me hizo pensar sobre el Espíritu Santo y las diferentes formas que es expresado en este sacramento. Porque el Espíritu Santo no solamente se representa como La Paloma, tal como se le apareció a Jesús en su bautismo. Si no además, se simboliza como: Agua, fuego, unción, mano, dedo, sello, nube y luz.


